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El otro día nos juntamos un grupo de amigos. Durante la conversación salieron unas cuantas adivinanzas. Uno de nosotros la proponía y el resto intentábamos descubrir la respuesta. Aquí van algunas:
[box] Gusano de luz, cuando se consume, consume la luz.[/box]
[box] Tienes 9 bolas de billar. Todas menos una pesan por igual. Con una balanza y sólo pesando dos veces las bolas que quieras, debes descubrir cuál de ellas es la que más pesa. [/box]
Después de haberlas leído tienes tres opciones. La primera opción es que ya las hubieras escuchado antes y por lo tanto, recordaras la respuesta. En cuyo caso habrás continuado leyendo. El segundo caso, es que no hubieras escuchado nunca estas adivinanzas y no conocieras la respuesta, pero has preferido continuar leyendo. Y por último, no conocías la respuesta y te has puesto a pensar en los dos acertijos hasta que has resuelto al menos, uno de ellos.
En la mesa éramos unos cuantos. Y unos cuantos de nosotros no hacían más que repetir: “¡Venga, di la respuesta!”
No habían pasando ni unos pocos minutos y ya queríamos la solución del acertijo. ¿La razón? Resolver acertijos es un ejercicio que necesita de tu pensamiento. Tienes que pensar e imaginar diferentes soluciones. Y esto cuesta. Pensar es tedioso. De media, los seres humanos pensamos muy poco y tendemos a ser mucho más automáticos de lo que imaginamos. La automatización de las tareas es más cómoda. Los trabajos en los que no es necesario pensar mucho en general, a corto y medio plazo, son más cómodos. Pero también son los peor remunerados.
El problema es que nos cuesta mucho pensar, imaginar y crear. No tenemos la costumbre y nuestro cerebro tampoco está entrenado para ello. Las matemáticas suelen costar porque es necesario que tu mente busque alternativas y diferentes caminos a la hora de resolver un problema. Y eso agota. Cuando hablas en un idioma extranjero durante todo el día es probable que por la noche quedes en un estado semi-vegetativo (salvo que tengas pleno dominio). Esto es debido al esfuerzo que hemos hecho en pensar un número bastante elevado de frases en nuestro idioma y luego traducirlas al que nos comunicábamos.
¿Quieres demostrar que eres un trabajador competente? ¿Un buen empresario? ¿Un gran emprendedor? Piensa, crea y produce cosas que contribuyan a mejorar la vida de los demás.
Si haces todo eso tal vez puedas vestir cómodamente. Desplazarte rápida y agradablemente por la ciudad, ahorrando gasolina, minimizando el impacto que provocas sobre el medio ambiente, haciendo más ejercicio, teniendo más salud, evitando atascos, ganando más tiempo. Siendo más feliz. Somos lo que pensamos.
Acerca del autor
Mi nombre es Arnau Gomis y soy de Sabadell.
Hace aproximadamente tres años que empecé a escribir, publicar y editar artículos en diferentes páginas webs.
Estoy especializado finanzas e inversión. Me encanta invertir en empresas y en activos, en especial: acciones de empresas que tienen fuertes ventajas competitivas.
Estoy graduado en Administración y Dirección de Empresas por la UOC, con máster en "Especialización en Decisiones de Inversión". Por otro lado, actualmente estoy estudiando y preparando el CFA.