Cómo Aprender y Cómo Mejorar: Enfoque Prueba-Error-Ajuste

Homeostasis ((Homeostasis, Wikipedia)), es una propiedad que tienen los seres vivos que consiste en mantener estable su organismo. A las células que componen nuestros cuerpo, de forma individual, también les gusta la estabilidad. Mantienen un cierto nivel de agua e intentan que exista un balance entre iones positivos y negativos, por ejemplo.

Es aún más importante para nosotros el hecho de que las células requieren de un entorno estable para poder desarrollar sus funciones correctamente y por lo tanto, que podamos seguir con vida. Si el entorno se vuelve demasiado caluroso o demasiado frío, si sus niveles de energía no reciben suministros suficientes o si reciben daños de alguna otra forma sus principales funciones se ven dañadas. Grandes cambios pueden conllevar a la muerte celular.

Tu cuerpo, el mío y el de cualquier persona, están equipados con una serie de mecanismos para que la homeostasis haga su función. Es decir, para que haya cierta estabilidad. Ante estos cambios el cuerpo suele adaptarse para poder aceptarlos con mayor eficiencia en el futuro.

Un ejemplo claro es el trabajo de fuerza. Cuando hacemos un ejercicio de fuerza estamos obligando a que nuestro cuerpo se adapte mediante un crecimiento de la masa muscular, mayor fortalecimiento de los tendones y de los ligamentos, mayor densidad ósea, una mejora de la motricidad del movimiento y un aumento de la tasa metabólica.

Si el ejercicio físico que hacemos no implica que pongamos en marcha la homeostasis, probablemente no tendremos ningún tipo de cambio ni mejora física. Simplemente para nuestro cuerpo no hay ninguna razón por la que tenga que adaptarse. Considera que todo es correcto.

Por otro lado, podemos ponerle en un aprieto. Llevarlo un poco más allá. Y sufrir. En este caso la actividad física provoca que los mecanismos de homeostasis hagan su función. Puede que sudes, que tu ritmo cardíaco y tu metabolismo se aceleren, que aumentes los niveles de testosterona y desciendan los niveles de glucosa en sangre. El proceso es complejo, pero sin duda tiene efecto en tu organismo.

Las células de tu cuerpo no están cómodas con esta situación. Responderán accediendo a algunos genes del AND que están inactivos. Estos nuevos genes ahora activos intentan que el cuerpo vuelva a estar en zona de confort. Adaptándose. ((Artículo de Jana Vembunarayanan: “Peak: Secrets from the New Science of Expertise.“))

En el libro de Peak de Anders Ericsson se describe muy bien este proceso aplicado al aprendizaje. Forzar a nuestro cuerpo a entrar en el estado de homeostasis para provocar un cambio. De eso se trata. Aunque se pueda tratar como un símil intentar aprender algo implica realizar algo parecido a lo que provoca la homeostasis. Junto al ejemplo a este proceso, podemos deducir que prácticamente ningún tipo de habilidad mejorará considerablemente a menos que se dedique una cantidad ingente de tiempo y esfuerzo. En la sociedad actual esto es un problema debido a que estamos acostumbrados al premio inmediato. Al corto plazo.

 

¡Aprender japonés con nuestro curso express de 2 semanas! (2)

 

No te engañes. Aprender japonés es jodido. Cualquier curso que te vendan en Internet, por la radio o en la tele sobre cómo aprender japonés en dos semanas es un fraude; salvo que dispongan de la máquina de Matrix que le enseña a Neo jiu jitsu en un par de segundos. En cuyo caso agradeceré al lector que me informe sobre ello porque yo también compraré ese curso.

Neo aprendiendo jiu jitsu antes de que Morfeo lo ponga tibio
Neo aprendiendo jiu jitsu

A todo el mundo le gustaría tener una máquina de estas, pero por desgracia la tecnología actual todavía no lo permite. Así que toca poner codos. Aprender algo tan complejo como el chino y el japonés requiere de muchas, muchas horas.

Que la sociedad en general busque la recompensa inmediata implica que tengamos expectativas muy poco realistas. Sin embargo y lo que es cierto es que para llegar a mejorar considerablemente en cualquier campo o habilidad se requiere un serio compromiso a largo plazo. Y no basta con ser constantes y poner el piloto automático.

Solemos sobreestimar los cambios que van a acontecer en los próximos dos años y subestimamos los que van a ocurrir en los próximos diez. No caigas en la inacción.Bill Gates

El proceso de aprendizaje: Sí, mejorar puede ser duro

La mayoría de nosotros seguimos un mismo patrón a la hora de aprender algo nuevo. Ya sea aprender a fotografiar, a correr, a levantar peso, a escribir o a programar. Sea lo que sea lo que estamos aprendiendo, acudimos a algún profesor, libro o página web para aprender las nociones básicas.

Al principio la curva de aprendizaje es bastante pronunciada. Aprendemos y mejoramos rápido. Esto no significa que nos sintamos cómodos con lo aprendido, porque seguimos siendo principiantes. Lo que significa es que la velocidad de aprendizaje que tenemos al principio es probablemente la más elevada que tendremos durante el proceso.

Llegados a cierto nivel, quizás medio, quizás todavía de aprendiz, dejamos que el control automático tome el mando. No hay nada malo en ello. Simplemente automatizamos el proceso. Dedicamos poco tiempo a pensar y a razonar el porqué hacemos lo que hacemos. Nos dejamos llevar por la corriente.

Repito: no hay nada malo en ello; pero hay que ser consecuentes. Si dejamos que el control automático tome el mando, nuestra mejora se va a incrementar muy poco o simplemente va a quedar estancada. Hagas lo que hagas, la curva de aprendizaje dejará de tener pendiente y se convertirá en una recta casi horizontal.

Para poder mejorar hay que insistir, iterar y mejorar pequeñas cosas. Esto es más fácil decirlo y proponérselo que hacerlo. La razón es sencilla: aburre. Salir de la automatización implica volver a tener las mismas sensaciones que teníamos cuando éramos unos completos principiantes. La única diferencia es que por lo menos al comienzo de nuestros aprendizaje notábamos como mejorábamos considerablemente tras cada día de práctica; algo que motiva a seguir, porque sientes cómo vas avanzando. Sin embargo, esto ya no pasa. La mejora no es tan notable. Automatizamos y nos estancamos. En muchas ocasiones ni nos damos cuenta.

Para entender el proceso de aprendizaje a través de la realización de tareas, la página What but Why ((What but Why: “How to beat Procastination.”)) (de la cual soy un gran fan) hizo una serie de dibujos-esquemas para explicar lo que significa la procastinación y cómo podemos esquivarla o por lo menos minimizarla. He copiado su idea y la he intentado transmitir un poco a mi manera. En cualquier caso si el lector es capaz de leer en inglés con fluidez le recomiendo encarecidamente el artículo original.

A continuación vamos a ver lo que vendría ser un proceso de aprendizaje perfecto o una tarea que finalizamos sin ningún tipo de impedimento o distracción. En el mundo real esta situación es poco frecuente. Simplemente estamos expuestos a demasiados agentes externos que nos distraen. La ejecución de la tarea perfecta o la mejora en una habilidad concreta, sólo se da cuando estamos en una situación límite; en cuyo caso no queda otra que empezar y no parar hasta que lo hemos acabado.

La tarea perfecta (1)

Ya sea porque estamos aprendiendo algo o haciendo una tarea, por desgracia no todo el tiempo que dedicamos es productivo. Existen diferentes fases en el proceso de aprendizaje. El problema es que muchas veces no somos conscientes de ellas:

  • La Entrada Crítica, empezar: aunque no lo parezca es una de las acciones más complicadas. Generalmente nos cuesta horrores empezar algo por nuestro propio pié. Solemos postergarlo una y otra vez. Es algo parecido a cuando suena la alarma por la mañana y la retrasamos 5 minutos. Solemos repetir el proceso hasta que no nos queda otra que levantarnos.
  •  Zona Gris de la improductividad: donde no nos gusta estar, pero donde irremediablemente acabamos. La zona gris compone todas aquellas distracciones que nos llevan a pasar horas y horas sin que acabemos lo que nos hemos propuesto hacer o ni siquiera lo empecemos.
  • Zona Verde Oscuro: aquí estamos puestos en materia. Intentando aprender una nueva habilidad o realizar una tarea que conlleva una mejora en el aprendizaje. Sea lo que sea, es una zona complicada. La razón es que es muy fácil desviarse. Todavía no tenemos los conocimientos suficientes como para que el proceso sea ágil, dinámico y entretenido (no de algo general, sino más bien específico). Estancarse pasa con bastante frecuencia y conlleva a distracción y aburrimiento.
  • Zona Verde Claro: empezamos a entender cómo funciona el proceso. Todo se vuelve más ágil y es más sencillo concentrarse porque las cosas van saliendo con mayor facilidad.
  • Zona Verde Felicidad: aquí hemos completado la tarea o hemos cumplido con nuestro objetivo y nos sentimos felices con nosotros mismos. Además de que hemos aprendido y hemos mejorado en aquello que estamos aprendiendo.
  • Estado de Flow: este estado fue descrito por primera vez por el psicólogo y profesor Mihály Csíkszentmihályi en su libro Flow: una psicología de la felicidad ((Mihály Csíkszentmihályi: “Flow: una psicología de la felicidad.”)). En él, Mihály describe cómo en algunas ocasiones las personas entramos en un estado de productividad máxima, en la que disfrutamos enormemente con lo que hacemos e incluso perdemos la noción del tiempo. Deportistas, pintores, músicos, científicos. Prácticamente en cualquier campo que podamos encontrar hay personas que en algún momento han entrado en este proceso. El problema es que es muy difícil determinar y predecir cuándo se va a entrar en flow. Simplemente pasa de vez en cuando mientras estamos inmersos haciendo algo.

En la imagen anterior tenemos la tarea o el proceso perfecto. Entramos en la Zona Verde Oscura y no nos distraemos. No pasamos por la Zona Gris. Somos capaces de perseverar una vez detrás de otra hasta que damos con la solución. De esta forma conseguimos medrar hasta el siguiente nivel.

El problema es que muy pocas personas son capaces de conseguir esto. Lo difícil es llegar a la penúltima y última zona. Empezar, tomar acción y perseverar lo suficiente como para rebasar la zona Verde Oscuro. La Zona Verde Oscuro está rodeada por la Zona Gris. Aquí la improductividad es la reina. Entramos en la Zona Gris cuando perdemos el foco y empezamos a mirar Facebook, Whatsapp, vídeos en Youtube, diarios deportivos o cualquier tipo de distracción. La Zona Gris no tiene porque ser algo malo. Simplemente nos impide acabar una tarea o cumplir un objetivo marcado. Por ejemplo, esto es lo que le pasa a muchas personas que son incapaces de arremangarse y empezar a hacer algo. Simplemente postergan y postergan, una y otra vez los objetivos que se marcan.

La tarea perfecta (1)

Es muy fácil entrar en la Zona Gris cuando todavía no hemos tomado acción o todavía estamos en la Zona Verde Oscuro porque esta zona suele ser aburrida. Es necesario equivocarse, encontrar el error y buscar una posible solución. Una vez detrás de otra. Dependiendo del nivel en el que nos encontremos, podemos pasar de una zona a otra en horas o por el contrario tardar varios meses.

Por ello y a pesar de que creamos estar estancados, un día sin previo aviso empezamos a ver soluciones que durante semanas éramos incapaces ver. Ya hemos hablado aquí como Mendeleyev encontró la solución a su tabla periódica de elementos químicos después de pasar varios días trabajando sin descanso y tras levantarse de una larga siesta.

El punto importante para romper la automatización y poder mejorar cuando ya se tiene un nivel decente implica concentrarse en pequeñas cosas e intentar hacer lo que nos provoca incomodidad. Aquello que ya sabemos es cómodo; hay que intentar hacer lo que no es cómodo, para que y utilizando la analogía del proceso de homeostasis, pongamos a nuestro cuerpo en problemas y se adapte en el futuro.

El principal problema es que pasar por este proceso es complicado porque implica exponerse a la Zona Gris con demasiada frecuencia. La fuerza de voluntad flaquea y nos vemos empujados a procastinar, a distraernos y a no ser productivos. Al final acabamos por realizar las mismas acciones automatizadas. Donde el margen de mejora se ve muy reducido.

La tarea perfecta (1)

Durante el año que estuve viviendo en Japón, cada mañana salíamos a correr a las 6:30. El recorrido habitual tenía una distancia de unos 6,4 kilómetros e implicaba varias cuestas. Katsuura es un pueblo montañoso pegado a la costa. Recuerdo que en mis mejores momentos lo hacía en unos 30 minutos, pero era incapaz de bajar ese tiempo ¿Qué problema tenía? No variaba el entrenamiento. Mi cuerpo se había habituado a ese recorrido y a esas pendientes, pero no lo estaba forzando a hacer algo diferente. Si hubiera introducido entrenamientos más largos o más cortos, de mayor o menor intensidad, es muy probable que hubiera conseguido bajar mi marca de los 30 minutos.

Ahora está muy de moda el running. Muchas gente sale a la calle a correr. Se preparan carreras de 5, 10 kilómetros o medias maratones. Sin embargo no hay tanta gente que realmente analice cómo de útil puede ser un entrenamiento específico de corredor. Un entrenamiento que tenga series de sprint, series de cuesta, series de aumento de velocidad progresiva, etc. Muchos simplemente salen a correr y un día hacen 10 kilómetros. Otro día hacen 8 kilómetros. El siguiente puede que pasen a los 12.

El problema de esto es que no deja ser carrera continua. Es cierto que existe una variación en la distancia, pero el entrenamiento prácticamente es el mismo. Suele ser mucho más eficiente introducir entrenamientos variados cómo los mencionados anteriormente. Incluso entrenamientos de fuerza como las sentadillas para reforzar y proteger las articulaciones. Muchos corredores se acaban lesionando al cabo de un tiempo porque no tienen la musculatura adaptada para el impacto que provoca este tipo de deporte ((Rafa Moratalla: “El corredor popular.)).

Entonces, ¿Cómo mejoramos?

Lo primero que hay que tener claro es que la introducción de cambios en el proceso es algo imprescindible. Aquel que no es capaz o no quiere introducir ningún tipo de cambio que le vaya a ocasionar incomodidad quedará estancado en su aprendizaje.

Los cambios no siempre son buenos. De hecho, la mayoría de las veces suelen ser errores. Pero una vez detectado el error, hay que hacer el conveniente ajuste e intentarlo de nuevo.

La evolución de los organismos vivos ha funcionado igual a lo largo de la historia. Somos una consecuencia del prueba-error-ajuste. Una vez detrás de otra. La mejor versión de cada uno de los organismos es la que ha acabado prevaleciendo. O mejor dicho, la versión que mejor se ha adaptado al medio.

Prueba

Para encontrar los errores es importante dejar el ego a un lado y ayuda mucho disponer de una persona más dotada en la materia que uno mismo. Esta persona nos ayuda a que podamos encontrar el punto en el que estamos fallando y ahorremos mucho tiempo en saber porqué no conseguimos saltar al siguiente nivel.

Mejorar en cualquier habilidad no es algo lineal. Tiene altibajos, como casi todo. A medida que va pasando el tiempo nuestra percepciones pueden estar muy alejadas de lo que está pasando realmente:

  1. Quizás pensamos que seguimos mejorando y nuestro progreso es ascendente, mientras que la realidad dice que llevamos años con el piloto automático y estancados.
  2. Quizás pensamos que no mejoramos y que hemos alcanzado nuestro techo, cuando la realidad dice si nos comparásemos con el doble nuestro de hace unos meses tendríamos que aguantar la risa para no avergonzarle.

Por ello es importante que otra persona analice de tanto en cuento los progresos y pueda dar el feedback necesario para hacer el ajuste y volver a la prueba.

Progreso

Durante el proceso de aprendizaje vamos a encontrar muchas zonas Verde Oscuras. Otras veces conseguiremos llegar a un objetivo que nos permita estar a gusto con nosotros mismos. Pero no cabe duda que si queremos tener un incremento en el conocimiento sobre una materia, hay que efectuar muchas pruebas, fallar y ajustar. Durante ese proceso podemos identificar zonas en las que estamos  o creemos estar estancados. Es en esos momentos cuando hay que perseverar con ayuda de algún tipo de guía. Cambiar, ajustar y perseverar conlleva dar el salto al siguiente nivel.

Hoy en día todavía hay muchas personas que escriben en el teclado del ordenador utilizando dos dedos y sin ser capaces de levantar la vista. Teniendo en cuenta que vivimos en una época donde al menos en cada casa y en cada oficina hay un ordenador con un teclado, esto me parece un atentado contra la productividad. El problema es que todas estas personas están cómodas escribiendo con dos dedos y sin levantar la vista. Quizás nadie se lo ha dicho, pero el incremento de su productividad sería salvaje si aprendieran un poco de mecanografía. Aunque claro, es necesario pasar unas cuantas horas de incomodidad. Escribiendo con todos los dedos e intentando mirar todo el tiempo a la pantalla.

Algo parecido pasa con los atajos de teclado. Salvo programadores, he visto a muy pocas personas hacer uso de ellos. También son una herramienta estupenda de productividad. Pero hace falta pasar un tiempo aprendiéndolos y sobretodo acostumbrarse a utilizarlos. La mayoría prefieren seguir moviendo la mano derecha hacia el ratón (en caso de ser diestros).

Cuando aprendemos un nuevo idioma, al principio nuestra evolución puede ser muy positiva. Adquirimos vocabulario a muy buen ritmo y cada vez somos capaces de entender más cosas. Sin embargo, en algún momento nos ponen un ejercicio, vídeo o audio que está un poco por encima de nuestro nivel. Caer en Zona Gris mientras se estudia es muy frecuente.

También se puede llegar a un determinado nivel donde haya que cambiar el entorno para dar el siguiente paso, como por ejemplo viajando al país donde se habla esa lengua y realizando una inmersión completa.

Ambas cosas son claros ejemplos de piloto automático que perjudican a la productividad y que podrían incrementarla considerablemente.

Progreso (1)

El hecho de que existan zonas Verdes Oscuras y zonas Grises es lo que provoca la arrancada de caballo y llegada de burro. Si desconoces este dicho puedes leer más en este artículo, pero básicamente consiste en que cuando empezamos un proyecto lo hacemos con muchas ganas, ilusión y fuerza. Sin embargo, todos estos atributos tan positivos se van diluyendo a medida que pasan las semanas.

  • ¿Quién no ha empezado con mucha fuerza en el gimnasio a principio de año y al cabo de un mes lo ha dejado?
  • ¿Quién no ha intentado dejar de fumar 2.343.897 veces?

Son sólo algunos ejemplos.

Identificar los momentos de aburrimiento, desgana y desmotivación es lo que hace que seamos capaces de ser constantes en nuestro aprendizaje y no entremos en piloto automático. Modificar el entorno puede ser de gran ayuda. 

La prueba no siempre va a ser correcta. Habrá fallos. Cosas que han empeorado nuestra habilidad y nuestro aprendizaje. Pero de ahí que sea un sistema prueba-error-ajuste. Algunas veces el error será sustituido por un “eureka”.

Acerca del autor

+ posts

Deja un comentario